Galería Antai

Concha Martínez Barreto, lo que cabe en la noche

El pasado, la memoria y la experiencia vivida son la base de la producción de Concha Martínez Barreto, que viene valiéndose de técnicas diversas, aunque sea la pintura su lenguaje más habitual, a la hora de explorar la dificultad de alcanzar el recuerdo fidedigno, articulado siempre a partir de rastros, fragmentos. Buena parte de su trabajo tiene que ver con notas biográficas propias, pero sobre todo apunta a lo que hay de enigmático e incomprensible en cualquier vida, a raíces y emociones que el tiempo oculta bajo capas y que ella busca sacar a la luz como germen de identidades, de temores y heridas: de lo que somos en presente.

Una de sus mayores exposiciones hasta ahora podemos contemplarla en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo hasta el próximo enero, bajo el comisariado de Miguel Fernández-Cid: titulada “Cuando acaba el día”, consta de proyectos pictóricos, fotográficos y escultóricos que remiten a la noche, la soledad y a sentimientos y miedos primarios, que podemos asociar a la infancia, a lo que se desconoce y a traumas guardados cuyo contenido no llega a mostrarse completamente; las obras de Martínez Barreto son puertas de entrada a lo que no se puede saber del todo, o bien remiten a vacíos en el tiempo y en el espacio, en forma de pájaros que no dejan de volar para no caer, de ojos muy hundidos y de refugios que, siéndolo, no aportan cobijo.

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Forman parte de esta exhibición en MARCO pinturas recientes que en este recorrido ejercen un rol de hilo conductor respecto al conjunto de las piezas, porque en realidad entroncan con ellas, como apunta la artista, en una memoria común: No he dejado de traer el pasado a mi obra, como si siempre tuviera algo que reparar, exorcizar o amarrar. Ese algo tiene que ver con lo nocturno como tiempo específico en el que lo dejado a un lado, lo anterior y lo oculto, pueden regresar y nos desprendemos de lo prescindible para, durante unas horas, dejar brotar lo hondo que no siempre resulta aprensible.

Su producción apela a menudo a la idea del nido, que la artista relaciona con las cuevas oscuras donde nuestros antepasados se resguardaban pero también, en el caso de los presentes en esta exposición, con conjuntos de pechos, vaginas o sepulcros; es decir, con la vida y con la muerte. No se trata tanto de estructuras protectoras e íntimas como de los sepulcros-cuna a los que se refirió Gilbert Durand: grutas maravillosas que son también cavernas del terror. Aluden además, como señala Martínez Barreto en el texto que acompaña a “Cuando acaba el día”, a la noción de morada de Gérard Wajacman: aquel espacio que crea la opacidad necesaria para hacer germinar el secreto y la sombra; esa turbiedad es vital en la obra de esta autora murciana, que trata de generarla a partir de fotografías anónimas de las que nada sabe, y que por eso guardan para ella, en mayor medida, lo indescifrable y le permiten amalgamar en su trabajo lo que se muestra y lo que se oculta.

En los nidos escultóricos que en MARCO veremos ha mezclado barro con una pequeña cantidad de imidacroplid, sustancia letal para las aves que puede causarles la muerte en pocos días; ya decía (y cultivó) el cineasta David Lynch que la casa es el lugar donde todo puede ir mal, que lo inhóspito, peligroso y opresor no están solo al cruzar la puerta.

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

En el potencial de aislamiento e incomunicación de las paredes que supuestamente nos acogen incide la obra Los días, en la que se contrapone un contexto íntimo y doméstico en el que los minutos parecen no fluir -con el orden que imponen-, o hacerlo muy lentamente, al ritmo más dinámico del exterior; lo denso frente a lo fugaz.

Es el paso de los días una fuente de ordenación, pues impone un principio y un fin a las historias vividas, también a los naufragios y las catástrofes; el tiempo íntimo sin embargo, por su subjetividad, carece de estructura, y en él puede sobrevenir la noche en cualquier momento. En todo caso, los vacíos y los huecos serán ocasión para la nostalgia de la infancia, cuando el pasado no pesaba y parecían posibles los comienzos desde cero.

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Una de las piezas en MARCO que recoge de forma más patente esa ambivalencia de lo doméstico es Arbolillo, cuyo nombre hace referencia a una técnica de los silvestristas para cazar pájaros hoy prohibida: consistía en la instalación de un árbol artificial junto a una jaula en la que cantaba un pájaro que atraía al resto. Al posarse en las ramas de ese ejemplar falso, que no eran sino varetas metálicas, las aves quedaban pegadas con pegamento, no podían volar y caían a tierra con ellas pegadas. Consta la obra de Martínez Barreto de ramas de plomo caídas al suelo desde una rama muerta; en el punto donde podrían haberse resquebrajado, vemos gotas de cristal tallado, símbolo de la fragilidad de toda casa.

Al lado de este trabajo, encontraremos en MARCO vídeos componiendo un tríptico en el que pájaros tratan de escapar de sus trampas; los ha elaborado la artista a partir de filmaciones que le han proporcionado silvestristas, centrándose en el momento en que los animales se posan en las ramas y en su caída. Este es un ejemplo evidente de cómo el lugar donde se busca cobijo (sea casa, nido o árbol) puede tornarse hostil, en lugar de ser seguro. La caída, como sabemos todos los que nos despertamos de golpe al soñarla, es uno de los grandes miedos humanos.

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

Otro, también temprano, es el de perdernos, y su remedio es la casa iluminada al final del camino, como la que aparece en el desenlace de esta muestra replicando la de Walden, a modo de símbolo de arropo y de regreso a la madre para el niño extraviado. Ello no la hace estar exenta de amenazas; al asomarnos a su ventana descubriremos la misma casa en miniatura, por lo que no podremos saber si observamos o somos los observados, y cobijará este refugio lo siniestro: no el fuego ni la lámpara, sino el misterio.

Decía Francis Bacon que los niños tienen miedo a la noche y los adultos a la muerte, pero seguramente el primero no desaparezca de nosotros con los años; así lo creía Freud. Lugar de silencio y profundización en lo interno (como el mismo arte, señala Barreto), nos da ocasión de relacionarnos con lo que evitamos y que, precisamente por eso, habla más, y más hondo, de nosotros.

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

 

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

 

Concha Martínez Barreto. Cuando acaba el día. MARCO, Vigo

 

 

Concha Martínez Barreto. “Cuando acaba el día”

MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE VIGO. MARCO

c/ Príncipe, 54

Vigo

Del 14 de julio de 2023 al 14 de enero de 2024

 

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