Signos: la fiesta y la música como patrimonio oscense

Hace treinta años, la Diputación de Huesca emprendió el proyecto SIGNOS, destinado a subrayar y difundir el valor del patrimonio histórico-artístico de esta provincia: en sus inicios, en 1993, propuso un estudio pormenorizado de su arte medieval; en 1994 se puso el foco en el periodo renacentista y la vida cultural en vida del erudito Vincencio Juan de Lastanosa; en 2006, se reivindicó el acervo fotográfico y fílmico de la Fototeca y, este año 2023, la iniciativa se ha centrado en el patrimonio material e inmaterial, tanto religioso como profano, vinculado a la fiesta y la música oscense entre los siglos XII y XVIII.

Hasta el próximo 18 de agosto, la Sala de Exposiciones de la propia Diputación y los Museos Diocesanos de Huesca, Jaca y Barbastro-Monzón alojan una muestra conjunta que cuenta con dos centenares de piezas procedentes de las tres diócesis provinciales, de catedrales e iglesias de casi sesenta municipios, museos y colecciones particulares, y que se vertebran atendiendo tanto a los ciclos anuales (invierno, primavera, verano y otoño), muy ligados a muchas celebraciones populares, como a festividades del calendario litúrgico. Se trata de esculturas, pinturas, tejidos, miniaturas, grabados, libros de canto, partituras o instrumentos musicales, parte de ellos elaborados con participación popular y, en una veintena de los casos, restaurados para la ocasión.

La exhibición de la Diputación atiende a los ciclos festivos anuales y al modo en que los santos jalonan el calendario, celebrándoseles como protectores contra determinados colectivos o males; un capítulo importante de su muestra se dedica a las imágenes marianas medievales, que responden a devociones locales de la Virgen a menudo con un germen maravilloso o misterioso, y cuyo culto pervive, como sabemos, en romerías y procesiones que mantienen tradiciones. Se incide en la devoción a dos muy arraigadas: la Virgen del Rosario y la Inmaculada Concepción.

En el Salón del Tanto Monta del Museo Diocesano oscense contemplaremos obras vinculadas a la Semana Santa y al Corpus Christi, relacionadas con cofradías en el primer caso y con orfebrería y alfombras de realización popular en el segundo, mientras que en el Diocesano de Jaca nos esperan partituras musicales, pinturas y joyas donadas por devotos de santa Orosia, la patrona de este pueblo y de sus montañas, y testimonios de fe ligados al Camino de Santiago, que da aquí sus primeros pasos. Por último, en el Museo de Barbastro-Monzón veremos piezas vinculadas a la Virgen de la Candelera, en cuyo honor tiene lugar en Barbastro una de las ferias con más historia en Aragón, que conmemora el privilegio concedido a la ciudad por Germana de Foix; y a san Ramón, patrono de esta diócesis, en cuya festividad se procede a una quema de hogueras que despide la primavera y da entrada al verano.

En su conjunto, este proyecto no solo busca recuperar la memoria del impulso de estas festividades en siglos pasados, sino también poner de relieve su vigencia hoy como ocasión para la reunión de comunidades, el disfrute lúdico y sensitivo: las fechas de fe fueron y continúan siendo elegidas para el despliegue de estandartes e indumentarias de colorido vivo, de música, de danzas y campanas y de conversación vecinal en torno a viandas y bebidas, con el fondo aromático de incienso y flores. En suma, conjugan lo literario, lo sonoro y lo visual.

La Diputación quiere también señalar en esta muestra la estrecha relación entre reliquias y fiestas (las advocaciones se numeraban según los días de mes del santoral tradicional, los relicarios se dignificaban con adornos que buscaban transmitir su valor) y el rol imprescindible de la música en estas celebraciones: formó y forma parte de las narraciones del arte visual cristiano y de la propia liturgia, y las catedrales de Jaca, Huesca y Barbastro, como la colegiata de Alquézar, contaron con capillas musicales donde se preservaron órganos, instrumentos o composiciones.

Las piezas reunidas conviven con vídeos y materiales audiovisuales que permitirán al público adentrarse en el fenómeno de la asoleación, que se da durante dos semanas cada año en la Catedral de Huesca (la imagen de la Virgen de alabastro queda atravesada por un potente rayo de sol durante unos minutos); así como en las fiestas de san Lorenzo, las fallas de Ribagorza, el Carnaval de Bielsa o romerías como la de Nuestra Señora de Salas y la Huerta o la de santa Orosia en Yebra de Basa.

Este último capítulo de SIGNOS, comisariado por Carmen Morte (Universidad de Zaragoza), se completa, además, con un programa musical formado por una selección de conciertos que compondrán el XXXII Festival Internacional del Camino de Santiago, en el que podremos escuchar obras inéditas extraídas de investigaciones en los archivos de las citadas seos de Huesca, Jaca y Barbastro.

FE, FESTIVIDAD Y ESTACIONES

Si atendemos al calendario litúrgico, el invierno comienza con el Adviento, que da inicio también a la Navidad; en la Misa del Gallo en Huesca solía interpretarse el Canto de la Sibila, rico en matices y presente también en el Cancionero popular del Alto Aragón. El arranque del año traía el fuego de las hogueras de enero, acompañadas de misas dedicadas, justamente, a los llamados santos de hoguera, como san Victorián, san Antón, san Fabián, san Sebastián, san Vicente o san Babil. Además de ser rito purificador, las llamas propiciaban la reunión, el baile, la música… y a veces guardaban relación con el culto solar.

El preludio de la Cuaresma y la bienvenida a la primavera lo establece el profano Carnaval, muy celebrado en Bielsa, donde se portan disfraces de ecos ancestrales. Y la Semana Santa, tiempo de florecimiento, lo es también de romerías y procesiones; en las primeras solía demandarse lluvia, en las segundas se portaban imágenes, muchas veces marianas. Las Cantigas de Alfonso X impulsaron la devoción en el santuario de Nuestra Señora de Salas y de la Huerta, mientras sucesos militares se relacionan con dos festividades: las de la aparición de san Jorge en la Batalla de Alcoraz, cerca de la Huesca musulmana, y la Victoria o el Primer Viernes de Mayo, que se celebra en Jaca. También pervive la devoción a santos taumaturgos, como santa Quiteria, a quien se atribuye protección contra la rabia.

El verano, por su parte, es tiempo de las Fallas del Pirineo, en la zona de Ribagorza, y de celebrar a santa Ana, la Virgen del Carmen y la Asunción; a santos de los que se conservarían reliquias, como santa Leticia o Justo y Pastor; a san Roque, que alejaría epidemias, y a figuras oscenses como san Lorenzo, san Orencio o san José de Calasanz. Por último, se festeja la Exaltación de la Santa Cruz.

Y el otoño, para terminar, es época de ferias, una vez concluidas las labores agrícolas; desde el siglo XVI se extendió el culto a la Virgen del Rosario, en cantos y auroras; un siglo después se acentuó la devoción a la Virgen del Pilar, muy presente en la iconografía de las iglesias rurales, y también se honra a las santas Nunilo y Alodia, Cecilia, Bárbara y Lucía y a los santos Martín de Tours y Úrbez.

En la Catedral de Huesca, la Inmaculada Concepción se celebra especialmente: con la ceremonia del Tota Pulchra, ligada a un himno del siglo XIV.

 

“Signos. Patrimonio de la fiesta y la música en Huesca: siglos XII a XVIII”

Del 18 de abril al 27 de agosto de 2023

SALA DE EXPOSICIONES DE LA DIPUTACIÓN DE HUESCA

c/ Porches de Galicia, 4

Huesca

 

MUSEO DIOCESANO DE HUESCA

Plaza de la Catedral, 4

Huesca

 

MUSEO DIOCESANO DE JACA

Plaza de San Pedro, s/n

Jaca, Huesca

 

MUSEO DIOCESANO DE BARBASTRO – MONZÓN

Plaza del Palacio, 1

Barbastro, Huesca

 

 

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