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Pintar con la luz: la pintura de Tania Ciffer

«Tengo una lentitud para trabajar que me desespera, pero cuanto más lo intento, más me doy cuenta de que hay que trabajar mucho para llegar a reproducir lo que busco: ‘’la instantaneidad’’, sobre todo la apariencia, la misma luz propagada por todas partes, y cada vez me desagradan más las cosas fáciles hechas de un solo golpe».

Carta a Gustave Geffroy. Claude Monet. 7 de octubre de 1890.

La influencia de la luz en el entorno terminó por obsesionar al afamado pintor impresionista Claude Monet. El artista se percató de que la intensidad lumínica modificaba el cromatismo del paisaje de manera veloz, aparte de generar efectos muy variados, como cambios en el cromatismo, las sombras y los resplandores. Así, la luz es la vía por la que nos relacionamos con la realidad a nivel óptico; está claro que nos permite detectar, por ejemplo, multitud de colores, que son mudables según las condiciones lumínicas.

Al final, la luz, sus respectivos colores y demás consecuencias, en un momento del día serán inherentes a dicho instante. Precisamente por esta razón Monet habla de la instantaneidad y el trabajo que cuesta alcanzar su reproducción. La destacada serie de Los almiares (1890-1891) es la que se encontraba realizando cuando escribió la carta citada, plasmando plásticamente los efectos de la luz en el paisaje, en distintas estaciones y periodos del día.

Bugambilia. 2022. 100 cm x 130 cm. Técnica mixta; pieza intervenida con más de cinco minerales naturales. Lienzo de algodón en bastidor de madera con un grosor de cuatro centímetros.

El valor que le dio Monet a la luz y al color por encima de la representación se estudia, incluso, como un preludio de la abstracción. Justo Los almiares asombraron tanto al artista Wassily Kandinsky que sobre una pieza de la serie comentó lo siguiente: ‘’[a]unque en el catálogo se decía que era un montón de heno, no pude reconocerlo. […] Además, pensaba que el artista no tenía derecho a pintar de forma tan poco clara. […] Todo me resultaba incomprensible. […] Lo que me quedaba claro era la fuerza inesperada de la paleta, desconocida hasta entonces para mí, que sobrepasaba todos mis sueños. La pintura irradiaba fuerza y esplendor de cuento de hadas. Inconscientemente, se desacreditaba al objeto como elemento pictórico inevitable’’.

A partir de este momento es posible introducir a la pintora abstracta Tania Ciffer (Barcelona, 1989), pues ella ha visto su carrera artística muy influenciada por los/as artistas del impresionismo y del posimpresionismo, destacando a la grandiosa Berthe Morisot, pero cómo no, a Claude Monet, Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir o Joaquín Sorolla. Hay otros/as artistas, fundamentalmente del siglo XX que fascinan a Ciffer, sin embargo, el ejemplo del impresionismo de Monet sirve para conocer el valor verdadero de la pintura de nuestra protagonista, aproximándonos a sus signos de identidad.

Cuando Kandinsky se percató de que determinadas obras, como las que forman parte de Los almiares, restan importancia a lo que representado para anteponer las cuestiones puramente formales, no se imaginaba que él podría llevar esta vía de experimentación hasta sus últimas consecuencias, desembocando en la abstracción; en la ausencia de la figuración para destacar las formas y los colores.

Aires del desierto. 2022. 100 cm x 70 cm. Técnica mixta, incluyendo oro fino de veintidós quilates y más de cinco minerales naturales. Lienzo de algodón en bastidor de madera con un grosor de cuatro centímetros.

Ciffer, pintora abstracta, ha sabido hallar el valor de lo auténticamente intangible, aquí la luz y sus efectos, incluyendo los cromáticos. Su unión tanto con Kandinsky como con Monet es evidente, debido a la abstracción y la importancia que concede a la luz y el color en detrimento de la figuración, respectivamente. Sin embargo, no se trata de establecer paralelismos más allá de lo citado. Con todo, son cuestiones que significan un descubrimiento para cada artista, independientemente de su época.

Para Ciffer, captar la luz o bien su ausencia resulta capital en cada una de sus obras, pero también necesita saber cómo la luz real va a interactuar con sus piezas. Primeramente, sus obras, a grandes rasgos, contienen el color blanco en alusión a la claridad.

Desde un punto de vista perceptivo, lógicamente se necesita el pigmento blanco para simular el fulgor; una luz poderosa que emana de las obras de la artista catalana. No importa que sus cuadros utilicen distintos matices de blanco, hasta tal punto de estrechar la relación con el gris, ni tampoco que a veces la cantidad de blanco sea ínfima. La iluminación se encuentra ahí, en cada fondo o bien como protagonista absoluta de la composición. Conociendo el atractivo de los metales preciosos, no solo a nivel económico, sino especialmente estético, Ciffer ha creado recientemente una serie de obras con incrustaciones de oro y plata, añadiendo cobre en la última variante argéntea. De esta suerte, los lienzos se enriquecen materialmente, al estilo de las artes medievales europeas que tan a menudo incluyen el oro, ganando en luminosidad y lujo. Nuestra protagonista los emplea para apoderarse de la luz que nos rodea, creando una superficie versátil a los cambios lumínicos, pues incluso en la penumbra, las superficies metálicas tienen una importante reflexión respecto a la luz que los pigmentos —aquí acrílicos— no pueden alcanzar.

Entre aguas sostenida por la artista protagonista. 2022. 80 cm x 120 cm. Técnica mixta con más de cinco minerales naturales. Lienzo de algodón en bastidor de madera con un grosor de cuatro centímetros.

La pintora afirma que su arte plasma la verdad de su yo; es la encarnación de su psique. A través del arte recrea su experiencia vital, particularmente, los instantes que le transmiten serenidad, en muchos casos dados por su contacto con la naturaleza. Por tanto, la luz que desea reproducir es asimismo una cualidad de los momentos vividos, ya sea porque la interpreta como una alegría o como un rato de paz. Esto tiene que ver con la perspectiva iconográfica, siendo útil recurrir a la socióloga y psicóloga Eva Heller en su libro Psicología del color (2004): ‘’[e]l simbolismo del blanco comienza con referencias a la luz. […] Blanco, azul y oro son los colores de la verdad, la honradez y el bien. […] La univocidad y la exactitud son los lados fuertes de la verdad. Blanco o negro, sí o no: nada puede haber entre ellos’’.

Sin lugar a duda, la presencia del blanco y del oro, en calidad de material y de color, se han visto ya en Ciffer. Efectivamente, la transmisión de valores positivos, incluso de virtudes, es algo manifiesto. El público de la artista abstracta suele comentar que sus lienzos le provocan positividad, tan ligada a tener las cosas claras en la vida. Recordemos que la obra de Ciffer se ha expuesto en múltiples localizaciones tanto nacionales como internacionales y la pintora siempre se encuentra con comentarios similares.

Espuma de mar. 2022. 90 cm x 90 cm. Técnica impasto. Lienzo de algodón en bastidor de madera con un grosor de cuatro centímetros.

Por otra parte el azul, que representa al mar tan querido por Ciffer a consecuencia de sus raíces y vivencias posteriores —nacida en Barcelona, pero trasladada a Vigo desde muy niña—, desemboca en su segundo color preponderante después del blanco. Eso no significa que los rojos, amarillos, violetas y verdes, entre otros, aparezcan en su paleta, pero la cantidad es más limitada. El azul, aparte, refleja lo acuático, pero en sus tonos más oscuros, simboliza el cosmos. En ambos casos, los destellos del blanco relucen; la luz se expande sin barreras, sea cual sea su medio.

Y al contrario del crítico de arte Clement Greenberg, la artista no cree en el formalismo, pues su huella es justamente informalista al introducir en la técnica mixta, que es su predilecta, distintas materias —aparte de los metales preciosos—, las rocas y reducidas a polvo, los materiales sintéticos, etc. Todo con el objetivo de explotar el efecto de relieve en sus cuadros, del tal modo que se generan propiedades tanto visuales como hápticas. Ese recurso en pro de lo tridimensional también lo aplica eventualmente al grosor de sus piezas, para que puedan apoyarse en sí mismas y no solamente haya opción de colgarlas de una pared. Una evidencia de la capacidad de la adaptación de la artista a distintas maneras de trabajar, respetando siempre su estilo abstracto y matérico, buscando mostrarnos un fragmento de luz y un pedazo de su realidad —en armonía—.

Cosmos. 2021. 70 cm x 100 cm. Técnica mixta, añadiendo más de tres minerales naturales. Lienzo de algodón en bastidor de madera con un grosor de cuatro centímetros.

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