Galería Antai

Los noventa en forma de colectivo

A finales de los ochenta, durante los noventa y en el inicio de los 2000, confluyeron en el País Vasco una serie de colectivos e iniciativas artísticas de espíritu dispar entre sí, pero que sí tenían en común, a grandes rasgos, su atención a cuestiones políticas y sociales y su compromiso con un feminismo en desarrollo, con la ecología y con el trabajo desde la periferia, desde un enfoque geográfico pero no solo: era su deseo alumbrar pensamientos y formas de hacer que escaparan entonces del centro de atención y de las sendas institucionales.

Buscando preservar la memoria de los proyectos que formaron parte de aquel ecosistema cultural (algunos de ellos aún vigentes y activos dentro y fuera de nuestras fronteras), el Museo San Telmo acoge hasta junio la muestra “Los nuevos 90”, comisariada por Nekane Aramburu y planteada como ensayo expositivo. En su recorrido recoge la labor de casi 150 autores y colectivos -cuyas producciones, en algún caso, se exhiben al público por primera vez-, haciendo hincapié en su participación en un entorno plural en el que las aportaciones del conjunto enriquecían las propuestas individuales tanto como a la inversa.

Los autores artífices de esa efervescencia no fueron en ningún caso ajenos a una etapa de transformaciones en los modelos económicos, que tendrían un impacto claro en las industrias vascas; en los comportamientos sociales, con una proyección tanto en la esfera pública como en la privada, y en los modos de entender la cultura y su acercamiento a la ciudadanía, evolución que en este último campo culminaría quizá con la apertura del Guggenheim bilbaíno en 1997 y la conversión que suscitó en el urbanismo de esa ciudad.

Lara Almarcegui. Renovating the gros market few days before its demolition

El recorrido de “Los nuevos 90” es cronológico y recuerda constantemente esos vínculos entre los trabajos de los artistas que se sumaron a aquellas asociaciones y los acontecimientos que paralelamente tuvieron lugar, comenzando por la transición de lo analógico a lo digital y por la irrupción y progresiva generalización de las nuevas tecnologías, que en el terreno creativo empezaron a abrirse camino fundamentalmente a partir del videoarte y de la investigación de sus posibilidades. Componen el grueso de la muestra ediciones alternativas, referencias a exposiciones de tesis representativas de la andadura de estos grupos y a acciones que tuvieron en común su base relacional, colaborativa, pero también veremos obras artísticas (a menudo, por aquella razón, videoarte y vídeo documental), entrevistas en audio, documentos gráficos y mobiliario; los interesados podrán, además, consultar en la biblioteca del Museo más información sobre espacios de producción audiovisual muy activos entonces, como Larrotxene, la Facultad de Bellas Artes de Bilbao o CINT.

Plantea el proyecto de Aramburu que, entre 1988 y 1992, fructificaron hallazgos de las décadas anteriores, y que desde entonces y hasta aproximadamente 2001 muchos artistas integraron la tecnología en su producción, comenzaron a trabajar en red y se avanzó en la profesionalización de la cultura -hasta 1997, expandiéndose sobre todo movimientos independientes y, a partir de ese año, fructificando los procesos relacionales-. Contribuyeron a esa eclosión del videoarte en los noventa el mencionado CINT de Vitoria o el Área de Audiovisuales de la Facultad de Bellas Artes de Bilbao y paralelamente, y adelantándose a vías novedosas de relación entre artistas y público, surgió en Tolosa Bosgarren Kolektiboa, que impulsó un festival de vídeo en esa localidad guipuzcoana, Bideoaldia, que tendría cuatro ediciones, una de ellas, la de 1990, con proyección en el propio Museo de San Telmo. En la primera mitad de los noventa, además, un espacio de este centro, la Sala Vanguardia, situada en su primera planta, se dedicaría a proyectos de arte emergente, de modo que los visitantes pudieran familiarizarse con los nombres y el trabajo de los jóvenes autores guipuzcoanos; algunos de ellos también son ahora recordados.

Marisa González. Pedro Garhel, Retratos Lumena, hacia 1990

Hablar de proyectos artísticos nacidos de la colaboración y el diálogo implica hacerlo, asimismo, de talleres que se expanden o se comparten y que frecuentemente se asentaban en pisos, locales industriales o lonjas; era esta una etapa aún previa a la consolidación de los centros de producción institucional, aunque sí se convocaran becas y concursos que facilitaban la movilidad de los creadores y el establecimiento de redes de intercambio. La exposición dedica a esos talleres un capítulo propio y destaca entre ellos Zelai Azpi, activo de 1997 a 2003 en una nave alquilada de Zumaia; dentro y fuera de ese edificio llevaron a cabo distintas acciones Ander Hormazuri, Aran Santamaría, Txiki Keixeta y Bárbara Stammel.

Por supuesto, en “Los nuevos noventa” también tiene cabida Arteleku, organización dependiente de la Diputación Foral de Guipuzcoa pionera en muchos aspectos. Proporcionó espacios de trabajo a artistas en el barrio de Loyola de San Sebastián desde 1987 hasta 2014, en la que había sido una fábrica de suministros electrónicos que superaba los 1.500 metros cuadrados, y si en un primer momento su actividad se basó en el impulso a la producción de obra material, paulatinamente sus proyectos devinieron más teóricos y conceptuales (también más participativos). Seis de los artistas que allí trabajaron (Unai San Martín, Íñigo Royo, Josu Sarasua, Kintxo Fernández, Mikel Bergara y Xabier Arribas) pondrían en marcha en 1994, junto a Marian Larzabal, “El Armario de Marian”, una muestra colectiva que desarrollaron en el ropero de la casa de esta última en el barrio de Martutene y que después se desplegaría, al año siguiente, en la galería valenciana Tomás March.

Idoia Unzurrunzaga. Artistas de El Gallinero, 1996

De nuevo en paralelo, a principios de los noventa, otro grupo de artistas que compartía generación con los anteriores fue poco a poco instalándose en una nave industrial del barrio de Igara; terminaron adaptando el nombre de El gallinero y consolidando, por el atractivo de este espacio cercano al Monte Igueldo y sus amplios ventanales, un vivo punto de encuentro de 1991 a 2007 (la razón de ese final fue el derribo del edificio). Otra serie de autores hicieron lo propio en el edificio de la antigua Redería de San Sebastián, generando una comunidad dinámica que crecería en sucesivas fases y se vincularía a la Galería La Percha.

La zona de Zapatari, en el Antiguo Berri, daría nombre a otro grupo de creadores que okuparon Villa El Caney en 1988 (construcción ya derribada; su ubicación se corresponde con la plaza Ángela Figuera) y Las Chamas tomaría el suyo de una pintada en un edificio de Miribilla, en Bilbao: entre 1992 y 1994 organizaron residencias artísticas y actividades culturales y de mediación.

Se editaron, a su vez, todo tipo de publicaciones ligadas al activismo y la investigación procesual, al mail art, el copy art, los fanzines o la poesía; en cualquier caso, la actividad de estos colectivos no fue nunca ajena al descontento derivado de la desindustrialización, los movimientos sociales o los estragos derivados del sida y las drogas.

Este acercamiento al panorama creativo vasco en torno a los noventa, atendiendo a sus colectivos, se completa en el Museo San Telmo con conferencias en las que participarán Odile Kruzeta (19 de abril), Nicolas Bourriaud (28 de abril) y Peio Agirre, Asier Pérez y Beatriz Silva (2 de junio).

Alejandro de la Rica. Performance Contagiar-Contaminar 3. Llovía el día que murió, de Beatriz Silva. Las Chamas, 1993. Argazkia

 

 

“Los nuevos 90”

MUSEO SAN TELMO

Plaza Zuloaga, 1

San Sebastián

Del 4 de marzo al 4 de junio de 2023

 

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