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La Verónica: el terror de una vida perfecta

Por Paula Riquelme.

“El egoísmo es la esencia misma de un alma noble” dijo alguna vez Friedrich Nietzsche. Verónica Lara es un alma noble: le encantan los niños, hace campañas de caridad, está profundamente enamorada de su esposo y visita constantemente a su suegra y a su madre. Con la cámara enfocada en ella la hora y 42 minutos que dura la película, Verónica es el centro del universo. El resto de personas y personajes se limitan a orbitar a su alrededor, para ser los aliados o enemigos de la historia de su vida que constantemente teje mientras toma sol en su piscina.

El filme dirigido por Leonardo Medel y protagonizado por la nueva estrella Mariana Di Girolamo, no pasó desapercibido para el mundo. Siendo ganadora del premio a Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine para Mujeres de Aswan (Egipto), Di Girolamo se acerca a pasos agigantados a consolidarse como una actriz reconocida tras su debut internacional con “Emma” (2019), dirigida por Pablo Larraín. Mariana, quien encarna a Verónica, logra el carácter liviano y autodestructivo del personaje sin despegarse de la vista del espectador, logrando generar confusión entre oleadas de empatía que se desvanecen conforme nos adentramos en la sombra de la brillante celebridad.

Mariana Di Girlamo y Patricia Rivadeneira.

No hay dudas: Verónica es un alma noble. Para sus seguidores en Instagram ella es la santa, el modelo a seguir, la ilusión y la inspiración de una vida perfecta; una que abunda en likes y recibe cientos de comentarios, menciones y mensajes llenos de cariño y admiración. Interacciones que esconden la frustración de un día a día insoportable, entre la miseria de escuchar los llantos de su bebé y no conseguir suficientes seguidores en su red social favorita.

“La Verónica” es una pieza de terror moderno, terror real, que te hace dudar de lo que has visto en televisión y de las lágrimas que llora tu influencer favorito en su transmisión en vivo. Una sesión de estupefacta consternación frente a una vida perfecta de la que, inmóvil en tu asiento del teatro, sientes que no puedes escapar ni dejar de mirar. Una reflexión sobre las redes sociales y lo que hacemos por preservar ese alter ego que despierta en cada selfie, que solo puede vivir mientras miran tus historias. ¿Somos quienes realmente somos en redes sociales, o sólo una fina selección de lo que deseamos ser?

¿Qué tanto haríamos por un like? ¿Qué tanto haríamos por ser el nuevo embajador de una marca de ropa o de maquillaje? ¿Más comentarios en la última publicación nos haría más felices?

A Verónica Lara sí. Porque es un alma noble, un alma que sólo piensa en su rostro plasmado en una gigantografía en medio de la ciudad. Un alma que llora como una niña al no conseguir lo que desea, un alma que le pide a su madre que, si le preguntan por ella, diga que no la conoce. Verónica Lara quiere ser La Verónica, quiere ser ultimátum, quiere ser consagración. La Verónica quiere ser rostro, voz, gigantografía, cuña, portada, tendencia, primer plano. La Verónica es algo más que el egoísmo puro, es la obscenidad escurriendo de la boca llena, de la mente vacía, de una mujer que lo tiene todo: especialmente carencias.

«La Verónica» mantendrá funciones en el Centro Cultural Matucana 100 hasta el 17 de octubre. Ve más información y compra entradas en su sitio web.

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